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jueves, 2 de febrero de 2012

Juan León Cornejo cita ejemplos concretos de la aplicación de la receta maquiávelica de "dividir para reinar" en la política masista


Tal vez por burda, pero en estos tiempos resulta cada vez más evidente, como pocas veces, el uso de métodos y fórmulas que explotan la doble condición de racional y pasional del ser humano para la captura del poder total. El "divide y vencerás" del que escribió Maquiavelo está ahí, con ejemplos concretos y palpables en nuestra vida diaria como prueba de una marcha inexorable hacia la conquista del poder total. El caso más próximo es el del proyecto de construir un camino por el Parque Isiboro Sécure. Cuando son aún poco claras las motivaciones reales para insistir en hacerlo por medio del parque aunque existe la posibilidad de rutas alternativas, se recurre a la vieja práctica de dividir a las gentes que lo habitan, para realizar el proyecto, de todas maneras. Es poco ortodoxo, por calificarlo de alguna manera, que tras promover una marcha contraria a la que consiguió la ley que lo prohíbe y promocionar una nueva fuerza de poder territorial, se deje la solución a dos fracciones ahora enfrentadas. Más allá del cambio o no de la ley o de la construcción o no del camino, todos perderán porque al final se habrá fracturado a las naciones indígenas en una dimensión seguramente mayor a la provocada por el largo proceso de colonización. No es el único caso. Ahí están también la disputa entre las gentes de Tarija y Chuquisaca por el gas de Margarita, las diferencias aún no resueltas de los habitantes de Coroma y Quillacas, los líos entre las gentes que exigen derechos sobre yacimientos mineros asentados en sus territorios y los mineros que trabajan en su explotación o la lucha de intereses entre cultivadores de coca del Chapare y de los Yungas. La misma estrategia política se aplica también, sin dudas, cuando se divide a la oposición para recuperar los dos tercios perdidos en la asamblea legislativa por la protesta de los indígenas de tierras bajas en defensa de sus derechos en el Isiboro Sécure.El nuestro es un país, desde hace muchos años pero sobre todo desde la revolución nacionalista de 1952, un interesante globo de ensayos políticos, económicos y sociales. Muchos de los grandes cambios se inspiraron en los ocurridos en Bolivia. Gracias a eso, o tal vez por eso, los bolivianos tenemos, en general, una cultura política altamente desarrollada. Posiblemente intuitiva, pero por momentos exquisita. Y la gente tiene, además, una especial sensibilidad social. Gracias a esa característica particular, eso de divide y vencerás de la estrategia que menciona Maquiavelo, bajo el criterio de favorecer al más fuerte, aniquilar al débil sin piedad y combatir al igual, como se escuchó hace no mucho tiempo en un foro de formación política en el país, no garantizó nunca resultados positivos ni mucho menos duraderos. Para frustración de los intentos de totalitarismo y dictadura, que fueron muchos.

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