Asfixia económica


Apropósito del Día Mundial de la Libertad de Prensa se han difundido varios pronunciamientos sobre el tema y uno de los tópicos abordados es el de la distribución de la propaganda estatal/gubernamental a través de los medios de comunicación.

El Primer Mandatario decidió hacer conocer su opinión con dos posiciones contradictorias entre sí. Por un lado, aseguró que su gobierno no busca asfixiar económicamente a los medios, pero que hay tantos que no es posible que todos se beneficien de la difusión de propaganda estatal, y que ese hecho ha dado pie a que algunos medios o periodistas comiencen a difundir versiones como si el Gobierno estuviese coartando la libertad de expresión en Bolivia.

El Presidente, pues, ha tocado el tema de fondo: la distribución de la propaganda estatal, y es muy fácil demostrar que en esta larga gestión de gobierno la distribución de esta propaganda no se realiza en base a criterios profesionales, sino en función a adhesiones o disidencias de los medios. Así de sencillo.

El problema es que los recursos del Estado no son de los circunstanciales administradores. De ahí que una de las demandas que se hace desde los medios es que la distribución de la propaganda estatal debe basarse en criterios profesionales y distribuir en forma equitativa esos recursos.

Efectivamente, no contar con los recursos que genera la difusión de propaganda estatal provoca problemas económico-financieros a los medios, pero, lo interesante del caso es que por ese manejo arbitrario esa propaganda no llega a buena parte de la población que, como revelan los datos, prefiere a los medios que informan siguiendo principios profesionales y éticos, y no los criterios sobre verdad o mentira de las autoridades de turno. Se trata, en fin,  de esas pequeñas venganzas de la realidad contra los poderosos.