Cada vez que transcurre un año, renovamos las promesas que no cumplimos el año anterior, es decir, algo así como bajar de peso, dejar de fumar, tomar menos alcohol o dejarlo de una buena vez y cada año reincidimos, no cumplimos aquello que juramos por lo más santo cumplir, porque finalmente ante nuestros ojos se presenta otro año nuevecito, sin estrenar, dispuesto a dejarse engañar por los falsos compromisos, esos del estilo “me inscribiré al gimnasio”, “saldré a caminar más a menudo”, “pasaré más tiempo con mis hijos”, “no compraré cosas que en verdad no necesito” y un largo etcétera que podría llenar hoy esta columna, sin embargo, ése no es el cometido.
Nosotros los bolivianos y bolivianas, tenemos una doble oportunidad, que el resto de los mortales de este planeta no tiene:
festejar dos veces, en un año, un año nuevo. Es decir, tenemos la oportunidad de volver a creer en nuestras mentiras y en este caso en particular, de la mano de algunas medidas gubernamentales, hasta tenemos la ocasión de poseer basura nueva con la cual inundar aún más las calles del país.
Bolivia se ha convertido en el basurero del mundo, todos los autos que nadie más quiere, entran sin mayor aspaviento, bajo la tonta excusa de que todos tenemos derecho a un auto. Si es así, entonces también, como decía una señora, también tenemos derecho a poseer ropa de marca, eso sí barata y bonita, por lo que, siguiendo lo que decía esa encantadora dama, podríamos hacer manifestaciones y bloqueos a favor de que se legalicen las toneladas y toneladas de ropa usada, en lugar de que acaben incineradas.
Siguiendo ese argumento, también podríamos salir a las calles para protestar en contra de los intendentes que de rato en rato, aplanadora por delante, machucan DVD piratas o decomisan CD Sparrow. Incluso sería interesante pedir una ley que favorezca a los libros piratas que entran por el Perú o la Argentina, porque finalmente todos tenemos derecho a leer a Paulo Coelho, sin tener que pagar estratosféricas sumas, evitando así lo que es prácticamente desconocido en Bolivia: el derecho de autor.
Sin embargo, no nos estamos dando cuenta que, poco a poco, estamos llenando nuestros hogares de desechos, de manufactura mal elaborada y de pésima calidad, bajo el argumento de que somos un país de pobres. Hay que tener cuidado con esa frase que nos denigra y nos rebaja a niveles tan mezquinos que hasta llegamos a aceptar que a la caja mecánica de uno de estos autos chutos le coloquen carne molida para que no suene y quede mejor lubricada. Mañana será ese mismo auto el que, probablemente, tendrá una falla y podrá chocarse, causando daños materiales y humanos.
Por unas pocas veces sería interesante ver qué podríamos hacer para frenar a este colosal basurero, no olvidemos que en la década de los 90, una comunidad campesina del occidente del país logró impedir el avance de un tren con carga tóxica que de manera clandestina estaba intentando ingresar a territorio nacional.
Sin necesidad de grandes aspavientos o despliegue bullanguero, tranquilamente la señora que desea vestirse bien podría comprar chompas, poleras y pantalones hechos en el país o finalmente gastar un poquito más comprando en uno de los tantos comercios legales que anidan en la ciudad.
Y si no queremos caminar e insistimos en ir a todo lado en auto, jeep, camioneta o cualquier cosa de cuatro, dos o tres ruedas, pues entonces hagamos un esfuerzo y compremos en un distribuidor autorizado o por lo menos de alguien que se pasó el trabajo de importarlo de manera legal y no del abusivo, pirata, trucho que trajo al chuto con la esperanza de una nacionalización.
La autora es comunicadora social.
La autora es comunicadora social.
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