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viernes, 25 de enero de 2013

José A. Coca desde LTD se refiere al ministerio de Comunicación convertido en una vulgar agencia de propaganda del Gobierno para uniformar las consignas o si se quiere "las campañas a favor del Presidente" labor de egolatría y culto a la persona que jamás debería existir


Si hubo algo que con cierto poder ha llamado mi atención, ha sido la creación del Ministerio de Comunicación el 15 de febrero de 2011, y desde entonces, el tema ha vagado en mi cabeza cual zombi en noche de Halloween. Sin embargo, no es la creación del Ministerio en sí misma lo que me impulsa a compartir un par de palabras y reflexiones con ustedes. Sino, la transición de vocería de gobierno a Ministerio de Comunicación, y la esencia y las características de trabajo bajo las cuales ha sido creado. Aun así, no discrepo tanto con la transmutación de vocería a Ministerio de Comunicación, por lo que este punto lo dejo para otro momento de análisis, pero sí con la muy sumisa forma de convertir un Ministerio en una agencia de publicidad y propaganda puesta al servicio exclusivo del Gobierno nacional. Tampoco estoy en desacuerdo en que incluso los Gobiernos, buenos o malos, requieren de publicidad, propaganda y herramientas del marketing para cautivar al electorado sobre su trabajo, probable eficiencia y la forma en la que invierten el dinero de todos nosotros.
Pero lo que me parece francamente intolerable es que se hayan gastado recursos humanos, económicos y tiempo en convertir el trabajo de una persona, vocero de gobierno, en un Ministerio que simplemente reúne toda la información y propaganda gubernamental para proyectarla institucionalmente. ¿No creen que ya tenemos suficiente con Bolivia TV, radio Patria Nueva, el periódico Cambio y la Agencia Boliviana de Información? Por si fuera poco, a estos medios masivos tradicionales de uso exclusivísimo del Gobierno, se une la página electrónica del propio Ministerio de Comunicación que en su contenido se distinguen informes y discursos presidenciales en formato audio y video, creando un ambiente egocentrista del Presidente. Al fin de cuentas, que más podíamos esperar de este Ministerio, si bajo su tuición se encuentran todos estos medios de comunicación, por lo que la apología de que “todo se parece a su dueño” se aplica con exactitud y severidad.
En esencia, me agrada el que como Estado podamos contar con un Ministerio de Comunicación, pero más agradable sería si esta repartición pudiera convertirse en un verdadero canal o medio que permita la participación de la sociedad, de tal manera que como ciudadanos podamos comunicarnos con nuestros legisladores y autoridades, a quienes hemos elegido para que nos representen y no para el beneficio personal o la toma de decisiones aisladas. Debiera el propio Ministerio de Comunicación crear y generar espacios genuinos para el diálogo, la discusión y la concertación sobre temas políticos, sociales o económicos, posiblemente no con el fin de encontrar soluciones aplicables, pero sí para sentirnos que contamos a través de la participación y la comunicación colectiva. Desde la perspectiva del Gobierno, no todo es inversión pública, también se necesita invertir en la sociedad, pero no económicamente, sino desde la perspectiva de invertir tiempo en la generación y la creación de espacios que permitan la comunicación entre el ciudadano y su autoridad.
Y es que la verdadera esencia de un Ministerio de Comunicación, es aquella que vincula a la clase social con la clase política para la verdadera convivencia democrática.  Finalmente,  y si de algo sirve, creo que no debemos perder jamás nuestro derecho de soñar, al menos no cuesta nada, pero si nos ayuda a tratar de crear el país que queremos.
El autor es comunicador social

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