Sabemos que pedirles a los políticos que sean sinceros es una rematada estupidez. Si Maquiavelo se enterara de algún político que quisiera actuar con sinceridad, quedaría horrorizado, humillado, y le aconsejaría que se dedicara a otro oficio. Se sabe que la mentira y el engaño son parte de la naturaleza de los políticos para alcanzar sus metas, pero una vez encumbrados en el poder se tiene que dejar de lado esas mañas del embuste y el timo, porque si toda la vida se las van a pasar mintiendo y engatusando, mal gobierno harán, perderán la confianza del pueblo que los ha elegido, y tendrán de desistir de gobernar, por las buenas o por las malas.
En suma, el político recurrirá a todas las artes de que es dueño para surgir (hasta el crimen sugiere Maquiavelo), pero si una vez que ha obtenido el mando continúa como aspirante y no se da cuenta de que su papel ya no es el de candidato sino de estadista, la situación se torna irremediablemente complicada. Si el gobernante miente con persistencia y se hace conocer como tal en una sociedad civilizada, pierde la confianza del pueblo y echa toda su popularidad por la borda. Se sabe que existe el gobierno del pueblo (democracia), el gobierno del autócrata (autocracia) el de los mejores (aristocracia), el gobierno de los peores (kakistocracia), el de los ricos (plutocracia), el gobierno de Dios (teocracia) y hasta el de los ladrones (cleptocracia), pero no conocemos que exista en el mundo entero el gobierno de los mentirosos, porque sería inconcebible pensar siquiera en que pudiera sobrevivir.
Es por eso que esperamos una mayor sinceridad de la actual administración. Hace ocho años que el MAS está en poder y parece no darse cuenta porque sigue haciendo juegos malabares con la opinión pública. Las mentiras llevan a contradicciones pasmosas porque ni en el gabinete de ministros se ponen de acuerdo sobre qué decir. Se requiere de sinceridad y así como existen cosas positivas que el gobierno exhibe por medio de su masiva propaganda, hay otras – el caso del informe sobre el consumo legal de la coca financiado por la Unión Europea es un ejemplo – donde las mentiras ya llegan a extremos intolerables.
En esto del informe de la UE ya se ha sobrepasado toda paciencia y sus financiadores están justificadamente molestos pero además susceptibles y con razón. El Movimiento Sin Miedo ha afirmado haber tenido acceso a dicho informe, que el gobierno conoce desde hace más de dos años, y, de forma extraoficial por supuesto, ha dicho que el documento de marras concluye en que las necesidades para el consumo tradicional de la coca a nivel nacional se podrían satisfacer con el cultivo de 6.000 hectáreas de la “hoja sagrada” y no con las 12.000 que prevé la ley 1008 ni mucho menos con las 20.000 que aparentemente se pretende imponer. ¿Qué dice el gobierno? Se calla. Es decir esconde la verdad.
S.E. manifestó el jueves pasado, en un acto realizado en Lauca Ñ, centro de la región productora de coca, que gritar “causachum coca” (viva la coca) está “pasado de moda” y que, tal vez, sería mejor gritar “causachum piña” o “causachum palmito”. ¿Creemos que esto es cierto o no? ¿Será creíble que el presidente de las seis federaciones de cocaleros del trópico de Cochabamba abogue por el cultivo de la piña o el palmito en vez de la coca? Ya no sabemos qué pensar. Y no sabemos qué creer porque mañana puede que se diga que todo fue una mala interpretación, dependiendo de por donde soplen los vientos y con eso los votos para las elecciones del próximo año. O si esto no es una cataplasma para aliviar los luctuosos hechos producidos en Apolo.
¿Cuánta franqueza existe en todo esto? Porque hay muchos otros ejemplos que hacen dudar de la seriedad gubernamental. Preocupa a quienes vemos diariamente los acontecimientos en el país, la relación de S.E. y su gobierno con Santa Cruz, que es patética. He ahí un perfecto caso de falta de sinceridad. Para la fecha cívica cruceña S.E. – además del Vicepresidente – hizo anuncios de extraordinario acercamiento. Ofreció proyectos por doquier con inversiones que se aproximan a los 3.000 millones de dólares. Pero tan importante como lo anterior fue manifestar que sería conveniente trabajar codo a codo con el gobernador Rubén Costas. No pasó un mes del 24 de septiembre y S.E. arremetió contra Costas acusándolo de separatista y asegurando tener pruebas de su afirmación, que las estaba ordenando el Vicepresidente.
¿Pero qué es todo esto? ¿Qué se pretende? ¿Cómo ganarse la simpatía de un pueblo si un día se dice una cosa y al siguiente otra totalmente distinta? ¿Volver, además, sobre el tema del terrorismo y el separatismo, cuando todo el mundo sabe que fue un montaje burdo destinado a tomar represalias contra los cruceños? ¿No es acaso una acabada falta de sinceridad para con el país que ya se debería acabar? ¿No es hora de gobernar después de ocho años de permanentes maniobras políticas?