Sin novedad en el frente
Manfredo Kempff Suárez
Después de algunos días de ausencia hemos retornado al país y nos encontramos con la misma historia de siempre. Un partido de gobierno triunfalista, altanero, avasallador, amenazante, cuyo único deseo es perseguir sañudamente a los derrotados del 6 de diciembre, como si además de su amplia victoria electoral necesitara vengarse para rematar al adversario.
No solamente se trata de la obsesión que existió para aprehender a Manfred Reyes Villa, que burló el cerco que le tendieron dejando en ridículo al Gobierno, sino que ahora se encomienda a la bancada oficialista parlamentaria aprobar “con carácter de urgencia”, hasta febrero, las demandas de los juicios de responsabilidades contra Sánchez de Lozada —obviamente— pero, además, contra los ex presidentes Jorge Tuto Quiroga, Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez Veltzé. Fallecidos el Dr. Siles Zuazo, el Dr. Paz Estenssoro y el Gral. Hugo Banzer, por lo tanto excusados por el Creador de someterse a juicios, sólo se ha salvado Jaime Paz Zamora de la furia perruna del MAS.
¿Tan mal le ha ido a la democracia en Bolivia para que todos sus protagonistas principales estén en capilla? ¿Es posible que ni a la Corte Suprema de Justicia se haya salvado de tanto juicio abusivo? ¿Se puede concebir que en un régimen de derecho la principal preocupación del Gobierno sea encarcelar a sus enemigos como S.E. anunció hacerlo con Reyes Villa y como ha hecho con Leopoldo Fernández? Lo cierto es que cabeza que surge en la oposición es cabeza que se la quiere rebanar, como los casos de Rubén Costas, Ernesto Suárez, Mario Cossío, Savina Cuéllar, y tantos otros.
Los bolivianos miran en silencio y con temor lo que acontece, pero creyendo que esto es pasajero, que los abusos de poder cesarán, cuando es claro que la arremetida está comenzando recién. Vendrán tiempos muy difíciles en la “revolución en democracia”. El Poder Ejecutivo será el árbitro de todas las decisiones a las que la Asamblea Legislativa dirá amén, aunque los parlamentarios de la oposición chillen. Ya no será necesario ni siquiera que el Gobierno se moleste en promover cercos al Congreso ni vigilias, porque todo estará oleado y sacramentado.
Ahora, los jefes políticos opositores de las últimas elecciones y la gente que acudió a las urnas pensando que habría posibilidad de batir a Evo Morales con el voto disperso, tendrán tiempo para arrepentirse. Largo tiempo para lamerse sus heridas y llorar por el dinero despilfarrado. No obstante, en las venideras elecciones de abril, se notan los mismos vicios. El MAS va a dar paliza nuevamente si aparece la oposición fraccionada. Y esta vez, S.E. podrá tener la satisfacción de ganar hasta en Santa Cruz. Con eso se habrá cumplido uno de sus anhelos más grandes y se habrá tomado la revancha por tantos desplantes que se le hicieron, según dice.
Esas han sido las novedades vistas desde el exterior en este fin y comienzo de año. El Gobierno ha rayado la cancha sobre lo que se debe discutir. S.E. o el Vice dicen algo y todos ladran al mismo tiempo siguiéndoles la corriente. Ellos –el Gobierno– saben qué se debe decir y qué se debe callar. Que hay que extraditar a tal o cual, que hay que ganar menos y trabajar más, que la ATPDEA no le interesa al Gobierno, y colorín colorado.
Mientras tanto, los opositores, huérfanos de apoyo, deberían enfilar sus pocos cañones hacia asuntos contundentes, que impacten en el exterior. No seguir el libreto oficialista. Uno de los temas de impacto, por vergonzoso y ruín, es el drama del narcotráfico al que los adversarios del MAS no le han dado su verdadera importancia. ¿Miedo o qué? ¿Complicidad? La Bolivia del narcotráfico ha superado todos los cálculos posibles y ya es hora de dejar de lado las menudencias y llegar al tuétano. Es momento de denunciar que, además de una dictadura disimulada que pronto empezará a pegar palos, existe un Estado Plurinacional que corre sin cansarse, atropellando todo, y que requiere de un urgente análisis antidoping de la comunidad internacional.