El jueves pasado tuve la oportunidad de asistir a la conferencia que dictó Ismael Cala, el famoso entrevistador de la CNN. Desde el punto de vista de convocatoria, el evento fue un éxito fenomenal, el gran salón del Hotel Casa Grande de Calacoto estaba abarrotado, y entre los asistentes había algunas persona muy importantes, estaba nada menos que la Primera Dama del Estado, (aclaremos que mientras el Presidente siga chulla, la primera Dama es la esposa del Vice), la bella señora de García Linera estaba ¨trés, trés chic¨.
Personalmente no puedo decir que estuve encantado, la charla del señor Cala me supo un poco a predica evangélica, y mucho a ejercicio de motivación, algo que no digiero bien, para colmo, el cherry que decoró la torta fue la mención de Ophra Winfrey como paradigma del conferencista, lo cual me hizo pensar en el último ensayo de Mario Vargas Llosa, sobre la cultura del espectáculo. Cala me confundió cuando dijo con tanta convicción que los estudios no valen tanto como saber comunicarse, lo cual se siente más real a partir de ese tipo de aseveraciones, y me dejó perplejo ante una muy personal y sui géneris interpretación del mundo griego antiguo, Edipo Rey, fue pulverizado.
Por lo demás Cala resultó ser un tipo simpático, afable y con un mensaje positivo, salí de su chala menos tonto de lo que entré, aunque me alegré de que la cita se hubiera reducido un tanto, porque la cosa hubiera podido degenerar en Paulo Coelho, o en Chocolate Caliente para el Alma, y eso pudo haberme empachado. Cala contó una anécdota relacionada a una visita a un pueblo indígena en algún remoto lugar, y dio un mensaje que hubiera podido encajar perfectamente en el discurso del Gobierno boliviano, cometió también un pequeño gaffe, porque pidió a la gente del público, que quién era un líder levantara la mano, en primera instancia, nadie lo hizo, el pobre no sabía que los paceños somos así, no nos gusta ser líderes, y menos proclamarlo. Se despidió dejando una agradable impresión, a pesar de ese dejito superficial.
Por la tarde me enteré que le había sido cancelada la entrevista con el Presidente, en las redes sociales aparecieron varios exabruptos contra el Presidente, los cuales estaban completamente fuera de lugar, un Presidente tiene todo el derecho de suspender una entrevista periodística, un Presidente es un ser humano, y puede de pronto sentir dolor de muelas o tener un simple dolor de cabeza. Si su Excelencia no se siente en perfecto estado, ¨In the mood¨, como dicen los imperialistas, no tiene porqué acudir a una entrevista, y no necesita dar mayores explicaciones.
Eso sí, al día siguiente nuestro inefable Presidente no pudo quedarse callado y salió al frente de la manera más tosca, metiéndose primero con el apellido del periodista y haciéndolo obviamente sin ingenio, luego saltó con que no aceptaba entrevistas que fueran editadas, algo que es absurdo, todas las entrevistas son editadas, lo importante es que no sean manipuladas o tergiversadas.
Lo más penoso es que Su Excelencia arremetió además con un adjetivo inaceptable, llamó cobarde a quien simplemente le pidió una entrevista, poniendo en evidencia su falta de respeto a la pluralidad de opiniones y mostrando en realidad una gran debilidad, de hecho dio la impresión de que el que se acobardó fue él. Tergiversar la realidad, acomodarla a los propios intereses, es o una psicopatía o una despreciable impostura.
El autor es operador de turismo
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