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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Lacerante el cuadro, la visión de pordioseros, impedidos físicos, menores y ancianos pidiendo limosna en calles y plazas de Santa Cruz

De un buen tiempo a esta parte, los cruces de las rotondas y principales avenidas del segundo anillo de circunvalación se han convertido en puntos de concentración de una cada vez mayor cantidad de gente, entre adultos y menores de edad, que acuden allí buscando la manera de ganarse el sustento diario. A los limpiavidrios, vendedores de frutas y de otros productos, se suman los malabaristas y tragafuegos, entre los que se observa a gente venida de otras latitudes y muchos niños que corren el riesgo de ser atropellados o de sufrir graves lesiones físicas con sus sobreexigidas contorsiones o quemaduras con sus juegos pirotécnicos.

El drama mayor lo representan, además de los más pequeños y desvalidos, personas de muy avanzada edad o que acusan severos impedimentos físicos y que utilizando muletas o postradas en sillas de ruedas se desplazan o son ‘exhibidas’ entre el raudo y cercano paso de cientos de vehículos, bajo las inclemencias del tiempo. Lo hacen también extendiendo la mano en procura de la caridad de sus semejantes que le provean de unas monedas para paliar sus más apremiantes necesidades.

Son estas, entre muchas otras, las estampas lacerantes del abandono en Santa Cruz de la Sierra, donde se han extendido los cinturones de pobreza, donde la marginalidad es caldo de cultivo para diversos conflictos sociales. Hemos comentado una y otra vez que la presencia cada vez más notoria de niños en las calles es una muy mala señal por los riesgos potenciales que para ellos acarrea. En no pocos casos, se ha llegado a establecer que son enviados por sus propios padres a pedir limosna o que gente inescrupulosa los ‘recluta’ en barrios alejados de la ciudad y luego los explota obligándolos a mendigar en la vía pública.

Frente a un grave problema de tipo social como el expuesto, las autoridades e instituciones locales no parecen haber considerado al menos una manera concreta y eficaz de encarar su solución, a más de haber aplicado medidas de temporal duración y efecto. Y así no es posible continuar porque se lastima el elemental sentimiento de humanidad.

Con carácter prioritario, el caso de los menores de edad y de aquellas personas con impedimentos físicos viviendo en un estado de virtual abandono o de explotación en las vías públicas de la ciudad, amerita alguna medida de protección que al menos mitigue el estremecedor drama que les toca vivir en medio de una total y dolorosa indiferencia

Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero

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