Bajo el penoco
Nadie esperaba una colección tan folclórica y pedestre de la “prejuiciología popular” como la que despachó el presidente Morales durante la inauguración de la Cumbre Climática de Cochabamba. Evo Morales está preocupado por los peluqueros del mundo, porque según él, dentro de 50 años todos seremos calvos y no habrá cabello qué cortar por culpa de los alimentos transgénicos. Los más preocupados deberían ser, sin embargo, los plomeros, porque de acuerdo a sus conocimientos, la Coca Cola es lo mejor para destrancar las cañerías. Y no hablemos de los cirujanos plásticos. El jefazo dice que en vez de los implantes de siliconas, lo mejor para tener un busto prominente es comer pollo con hormonas. El mandatario superó también a Freud y a Jung, los padres de la psicología moderna, pues explicó que la homosexualidad no se origina ni en los genes ni en los patrones de conducta, sino en los hábitos alimenticios. Pero eso fue poco en comparación a lo que dijo un expositor brasileño ayer y que corrobora lo que afirmó una vez el canciller Choquehuanca. Las piedras sienten y hasta se ponen tristes.
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