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martes, 25 de septiembre de 2012

Humberto regresa con argumentos contundente a su tesis "territorio le queda grande". La primera vez, cuando quiso enfrentar al poder de la coca-cocaína, y ahora, cuando no puede enfrentar la minería ilegal. Así, poquito a poco, step by step, el Estado de Somalia terminó disuelto, inerme, fallido.s

Dos rotundos fracasos

Humberto Vacaflor Gan
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Hace diez años, el presidente Hugo Banzer no pudo aplicar un Estado de Sitio para recuperar el control del caos creado por el poder de la coca y la cocaína, con bloqueos asfixiantes.
Fue la primera vez que el Estado boliviano mostró que el territorio del país le quedaba muy grande, y no podía controlarlo.
Esa crisis fue muy dura, porque coincidió con el derrumbe del precio de las materias primas que el país exporta, al mismo tiempo que el Banco Santander anunciaba su partida.
Ahora, es el gobierno de Evo Morales el que comprueba que el Estado no puede con otra actividad ilegal: la minería ilícita, muy infiltrada en lo que se llaman cooperativas.
Banzer cometió el error de no comprender que los ingresos de la coca y la cocaína se habían hecho imprescindibles para la economía nacional. Se había propuesto también acabar con el contrabando.
El cuerpo de la economía comenzó a sufrir calambres, similares a los que sufren los drogadictos cuando son sometidos a tratamientos de abstinencia.
La crisis de ahora es diferente, porque se da cuando los precios están altos, la industria de la coca-cocaína está en su mejor momento y el país está inundado de recursos, de todos los orígenes.
No se trata de prohibir algo, sino solamente de encaminarlo dentro de las normas y las leyes del país, pero el Estado se muestra igualmente incapaz de controlar la situación.
La minería ilegal, que será proscrita por la Comunidad Andina de Naciones (CAN), dará una dura batalla en un país que no tiene una ley sobre la materia. Y menos un gobierno con decisión de poner orden, porque está en campaña electoral.
O sea que el Estado puede mostrar su incapacidad de controlar el territorio nacional y sus actividades económicas ilegales incluso cuando hay una aparente bonanza, pecaminosa, pero bonanza al fin.
En una década, el Estado boliviano ha admitido que el territorio le queda grande. La primera vez, cuando quiso enfrentar al poder de la coca-cocaína, y ahora, cuando no puede enfrentar la minería ilegal.
Así, poquito a poco, step by step, el Estado de Somalia terminó disuelto, inerme, fallido.

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