Más allá de la liberación de algunos disidentes que increíblemente estaban encarcelados por el delito de opinión, Cuba sigue pisoteando abiertamente los derechos humanos de sus ciudadanos.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 garantiza el derecho de todas las personas a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a él. Ese derecho humano esencial está también reconocido por el Pacto de San José de Costa Rica, designación que corresponde a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscripta en 1969.
Para el gobierno de Cuba ese derecho simplemente no existe. El penoso y recordado caso de Hilda Molina, que no puede olvidarse, es un ejemplo de cómo se violan, constante e impunemente, las garantías antes mencionadas. A él se agregan permanentemente otros.
Entre ellos, el de Yoani Sánchez, la famosa bloguera cubana, notoria opositora al régimen castrista. Ella acaba de recibir un nuevo premio, concedido esta vez por la Fundación Príncipe Claus, de Holanda.
Con el objeto de poder concurrir a la ceremonia, la joven bloguera ha solicitado a las autoridades cubanas el permiso de salida, sin el cual ningún cubano puede abandonar su país. Es la octava vez que lo solicita sin éxito.
Por el momento, las autoridades cubanas parecen estar utilizando la misma estrategia a la que recurrieron en todas las oportunidades anteriores: demorar las cosas para terminar en una negativa, cuando los tiempos estén prontos a expirar. Yoani Sánchez no ha perdido las esperanzas y, pese a la larga experiencia negativa recogida, continúa con su solicitud.
Otro caso de un disidente a quien hasta el momento no se le permite salir de Cuba es el del famoso periodista Guillermo Fariñas. Desea trasladarse a Estrasburgo para poder recibir allí el premio Sajarov a la libertad de conciencia, concedido por el Parlamento Europeo. Siendo Fariñas enormemente emblemático, toda la disidencia cubana sigue con atención el resultado de su gestión.
Lo cierto es que estas violaciones de los derechos humanos del pueblo cubano, al que no se le permite salir de la isla, son una demostración acabada de cómo el régimen comunista, que desde hace cinco décadas maneja autoritariamente a Cuba, ha transformado a este país en una inmensa cárcel. Es hora de que esas violaciones cesen.
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