Para seguir ‘depredando’
Marcelo Rivero
Acabamos de concurrir a las urnas a fin de elegir presidente, vicepresidente y parlamentarios para otro período de gobierno en Bolivia, cita que fue adelantada un año conforme a la voluntad del oficialismo, aunque con la anuencia de algunos personajes y congresistas opositores que, además, se convirtieron en cómplices de la aprobación de una nueva Carta Magna enrevesada y mal escrita, que enterró la República y que dio nacimiento a 36 naciones. (A ver si un investigador descubre algún día la trama que se tejió, por la cual los bolivianos, ¡quién sabe por cuánto tiempo!, han quedado bajo la voluntad omnímoda de un grupo de extremistas engreídos y racistas.
Comicios anticipados con reelección -otro logro del Gobierno en complicidad con esos personajes y congresistas opositores- y uso discrecional del poder para consumar el continuismo. Lo dice a las claras la monumental propaganda que por medios propios y ajenos llevó a cabo el masismo, frente a una oposición sin recursos, encima fragmentada porque primero fueron los intereses, la figuración, la necesidad de no perder vigencia, antes que los supremos destinos de la patria. Pero fuera de esa gigantesca y prolongada publicidad hay que señalar otros aspectos como el permanente apoyo material y con ‘expertos’ del gorila venezolano, para consumar un fraude que ningún sistema, incluyendo el biométrico, puede impedir; la capacidad para hacer demagogia y para repartir adulos (cosas tan efectivas entre la población ingenua); la picardía -aunque le cueste caro al Estado- para trasladar gente a objeto de torcer la voluntad del electorado de distritos tan adversos al centralismo; el descaro para mandarse la parte en asuntos que agobian al país: suben las reservas internacionales y es saludable la economía nacional, sin embargo aumentan la pobreza y el desempleo; se combate la corrupción, pero siguen el contrabando, el cohecho y el tráfico de influencias; se cranean más nacionalizaciones y se vienen estatalizaciones, pero caen las exportaciones, peor aún, aumentan las importaciones como está ocurriendo con los combustibles; se robustecen las FFAA y la Policía con personal, armas y equipos, pero crecen la inseguridad, las intimidaciones y muertes por atracos y en aplicación de la ‘justicia comunitaria’ tolerada por el masismo, con lo que ya hay que hablar de centenas de víctimas fatales.
He ahí una síntesis muy apretada de lo que fue la monstruosa campaña para prolongar su mandato el oficialismo. Quiera que no la ciudadanía incauta quedó atrapada en la maraña con sólo sintonizar una emisora, prender un televisor, leer un periódico -decenas de medios funcionan con plata venezolana en todo el país-, para dar paso a la marcha triunfal que seguramente, al terminar de escribir estas líneas, estará ensayando el masismo, ebrio de poder y ansioso por continuar la ‘depredación’ que está dejando a Bolivia en el fondo del abismo.
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