A lo largo de la historia republicana, lo que hemos tenido han sido proyectos personales convertidos en proposiciones políticas, que al final terminaron cuando sus actores también lo hicieron. Y hemos visto surgir proyectos sociales que se desvanecieron porque no podían encontrar un eje de unidad para consolidarse.
El MNR es el único partido que ha logrado superar esas dos facetas. Sacralizado después de la revolución nacional de 1952, golpeado desde adentro por el General René Barrientos Ortuño (1964) y la ambición de Paz Estensoro para prolongarse en la Presidencia, recuperado del veto militar en 1971, con su presencia en el golpe militar de Hugo Banzer, restituido en 1979 luego de la apertura democrática arrancada al septenio banzerista, desestabilizando el proceso en 1979 y 1980 obstruyendo las victorias electorales del MNRI de Siles Suazo, para recuperar el gobierno en 1985, 1993 y el 2002, hoy día es el único partido que tiene una estructura política sólida y que sabe cómo recuperar el espacio perdido.
Hay quienes creen que el MNR es mala palabra o que ya no tiene voto electoral porque esta “quemado”, eso es pensar con los pies. Y ya se darán cuenta de que el MNR sabe caminar y abrirse paso, porque tiene la edad y la fortaleza para hacerlo. Y no será en estas elecciones que recupera el gobierno como partido, pero tendrá una bancada más firme y mejor dotada para comenzar el lento proceso del camino hacía el Palacio.
Es que el MNR sabe tener paciencia. La tuvo desde 1964 hasta 1971 y desde 1978 hasta 1985 para ser gobierno. No se apresura, no actúa impulsivamente y ya tiene experiencia histórica que le ha enseñado que luego de una caída uno no se levanta para pelear sino para recuperarse.
En cambio los otros, los que ahora actúan como candidatos de la “oportunidad” creen que basta con tener dinero, o tener simpatía, o tener ganas de “meterle no más” para que sus sueños se hagan realidad. Menudo golpe contra la pared les espera. Son los de siempre, los que se autodenominan políticos y no son sino pasajeros de su ambición. No tienen proyecto, no saben qué hacer, hablan generalidades y actúan como si fueran protagonistas cuando en realidad no son más que extras de tiempo limitado.
En su ciego afán por ser Presidentes, no miran al bosque, sino la rama. Y el bosque hoy día les está advirtiendo que su patrimonio, o sea el capital que tienen, lo van a perder sino dejan de mirarse al espejo y creerse en serio que son presidenciables. En otras palabras, se les pide que tengan conciencia de clase, que miren los intereses nacionales antes que sus figuritas glotonas por el voto.
Y esto exige que sean objetivos. No formar un frente tomando como base del mismo al MNR, concertar un binomio presidencial, que al final será el intermediario en el gobierno de los intereses nacionales que están en juego y lograr romper con una presencia mayoritaria en el Congreso Nacional, es ser ciego teniendo ojos y ser sordo teniendo oídos.
Los siete machos: candidatos por su cuenta, son unos payasos sin remedio. Y Evo Morales se ríe junto a sus muchachos, que les incitan a ir solitos y a ser machitos, porque saben que así como están no son más que cáscaras sin contenido.
Cuando la coyuntura te exige unidad de mando, no tengas mandos por todas partes, cuando la realidad te plantea la disyuntiva de romper con el proceso de disgregación nacional, no te empeñes en acelerarlo, cuando el pueblo te pide capacidad para unificar el voto, no hagas lo contrario.
¿Será que puedan recuperar la cordura y pensar con el equilibrio que les pide la historia? Me temo que no. Y entonces no queda sino prepararse para lo que se viene. Redimensionamiento de la propiedad privada, invasión de tierras agrícolas, militarización de las organizaciones sociales masistas, control de los medios de comunicación, limitación del derecho a pensar con libertad y opinar y depauperación de los niveles de vida de las capas medias, en aras de la lucha contra la pobreza. Todo esto es lo que les deberemos agradecer a los siete machos candidatos de la desunión nacional.
El MNR es el único partido que ha logrado superar esas dos facetas. Sacralizado después de la revolución nacional de 1952, golpeado desde adentro por el General René Barrientos Ortuño (1964) y la ambición de Paz Estensoro para prolongarse en la Presidencia, recuperado del veto militar en 1971, con su presencia en el golpe militar de Hugo Banzer, restituido en 1979 luego de la apertura democrática arrancada al septenio banzerista, desestabilizando el proceso en 1979 y 1980 obstruyendo las victorias electorales del MNRI de Siles Suazo, para recuperar el gobierno en 1985, 1993 y el 2002, hoy día es el único partido que tiene una estructura política sólida y que sabe cómo recuperar el espacio perdido.
Hay quienes creen que el MNR es mala palabra o que ya no tiene voto electoral porque esta “quemado”, eso es pensar con los pies. Y ya se darán cuenta de que el MNR sabe caminar y abrirse paso, porque tiene la edad y la fortaleza para hacerlo. Y no será en estas elecciones que recupera el gobierno como partido, pero tendrá una bancada más firme y mejor dotada para comenzar el lento proceso del camino hacía el Palacio.
Es que el MNR sabe tener paciencia. La tuvo desde 1964 hasta 1971 y desde 1978 hasta 1985 para ser gobierno. No se apresura, no actúa impulsivamente y ya tiene experiencia histórica que le ha enseñado que luego de una caída uno no se levanta para pelear sino para recuperarse.
En cambio los otros, los que ahora actúan como candidatos de la “oportunidad” creen que basta con tener dinero, o tener simpatía, o tener ganas de “meterle no más” para que sus sueños se hagan realidad. Menudo golpe contra la pared les espera. Son los de siempre, los que se autodenominan políticos y no son sino pasajeros de su ambición. No tienen proyecto, no saben qué hacer, hablan generalidades y actúan como si fueran protagonistas cuando en realidad no son más que extras de tiempo limitado.
En su ciego afán por ser Presidentes, no miran al bosque, sino la rama. Y el bosque hoy día les está advirtiendo que su patrimonio, o sea el capital que tienen, lo van a perder sino dejan de mirarse al espejo y creerse en serio que son presidenciables. En otras palabras, se les pide que tengan conciencia de clase, que miren los intereses nacionales antes que sus figuritas glotonas por el voto.
Y esto exige que sean objetivos. No formar un frente tomando como base del mismo al MNR, concertar un binomio presidencial, que al final será el intermediario en el gobierno de los intereses nacionales que están en juego y lograr romper con una presencia mayoritaria en el Congreso Nacional, es ser ciego teniendo ojos y ser sordo teniendo oídos.
Los siete machos: candidatos por su cuenta, son unos payasos sin remedio. Y Evo Morales se ríe junto a sus muchachos, que les incitan a ir solitos y a ser machitos, porque saben que así como están no son más que cáscaras sin contenido.
Cuando la coyuntura te exige unidad de mando, no tengas mandos por todas partes, cuando la realidad te plantea la disyuntiva de romper con el proceso de disgregación nacional, no te empeñes en acelerarlo, cuando el pueblo te pide capacidad para unificar el voto, no hagas lo contrario.
¿Será que puedan recuperar la cordura y pensar con el equilibrio que les pide la historia? Me temo que no. Y entonces no queda sino prepararse para lo que se viene. Redimensionamiento de la propiedad privada, invasión de tierras agrícolas, militarización de las organizaciones sociales masistas, control de los medios de comunicación, limitación del derecho a pensar con libertad y opinar y depauperación de los niveles de vida de las capas medias, en aras de la lucha contra la pobreza. Todo esto es lo que les deberemos agradecer a los siete machos candidatos de la desunión nacional.
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