De éticas y estéticas
El comportamiento político forma parte de la manera con la que se defiende la ideología. Y es importante cuidar tanto de la forma como del fondo de las cosas. Los partidos políticos que relativizan su conducta, terminan convirtiéndose en carros móviles que van a doquier o en defensores de cualquier tesis.En España se ha producido un hecho que invita a comparar con otros sucedidos en Bolivia. Resulta que el juez Baltazar Garzón decidió investigar la conducta de algunos militantes del Partido Popular de Mariano Rajoy, por cuestiones de “espionaje” entre ellos. Como era de esperar el PP pidió que el juez Garzón dejara el caso. Y un buen día, mostraron una fotografía, de este, junto con el Ministro de Justicia Mariano Bermejo en una cacería bastante abundante. Fue el detonante para que se pusiera en duda el comportamiento y conducta del Ministro.Pues bien, el Ministro luego de unos días de críticas recibidas por sus propios militantes partidarios ha decidido renunciar al cargo, para evitar que su presencia ponga en duda la ética del Partido Socialista Español. Esa conducta ha sido relievada por el Presidente Zapatero, quien además para aclarar las cosas dijo que no pensaba pedirle la renuncia.
En Bolivia el Ministro Juan Ramón Quintana es acusado de haber facilitado la huida de 33 camiones con contrabando hacía el Brasil, tiene graves acusaciones de haber producido y ser parte de la masacre en Pando, se lo ha visto en videos amenazar de muerte al Prefecto pandino Fernández, se sabe que fue el cerebro gris en el atentado terrorista a un medio en Yacuiba. Todo esto no le mueve un pelo.
Al contrario de la ética y estética con la que el Ministro español deja el cargo, el Ministro Quintana se aferra al suyo, aunque esto llene de lodo al propio Presidente que se ve acorralado y asediado por un personaje sin escrúpulos y sin principios de ética y comportamiento de estética en el quehacer político.
Es la conducta la que confirma el discurso y no al revés. El MAS se ha mostrado como una juntucha de ávidos por el Poder, sin mirar a quien. Llegaron al Palacio investidos de un decir a todas horas que ellos representaban el cambio. Nos han hecho escuchar a toda hora el concepto de “cambios profundos”, hemos asistido a la descalificación de los opositores por haber defendido un modelo económico y social como si fueran una lacra. Y se nos ha inculcado la idea de que están en el Poder para servir al pueblo y no para servirse de él.
Tanta estética en ese discurso que logró captar el voto de las clases medias, hoy día se ha convertido en algo discordante, fuera de lugar y con claros signos de mentira oficial. Y es que con la misma fuerza con la que se apega al cargo que ostenta el Ministro Quintana ocasiona la incredulidad y el rechazo al proyecto político que dice defender.
El Ministro español Bermejo renuncia al cargo por sospechas y posible uso de influencias con el juez Garzón, el Ministro Quintana tiene pruebas fehacientes de sus delitos. A los socialistas españoles se les tiñe de rojo la cara cuando se pone en duda su ética política, en cambio a los socialistas bolivianos se les endurece el cuero y se muestran más decididos a dar ejemplos de delinquir como muestra del cambio que dicen producir.
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