Contornos y retornos
Una de las razones por las cuales el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada decidió capitalizar a Yacimientos Petrolíferos Bolivianos, fue el alto grado de corrupción que se encontró en todos sus niveles de administración: nepotismo familiar, prebenda partidaria, bonos de toda clase, sueldos millonarios, contratos con sobre precio, licitaciones amarradas todo con la protección y visto bueno de su dirección sindical, poderosa y bien aceitada.
YPFB impuso a todos los gobiernos su política administrativa. Nadie pudo resistir las tentaciones que involucran el manejo de sus contratos, compras de servicios y adjudicaciones. Es muy difícil para un Estado débil, con instituciones precarias y funcionarios mal pagados pretender representar y controlar el dinero que fluye en toda la cadena productiva.
No hay boliviano que no piense y sienta que YPFB debe ser parte constitutiva del Estado y el crisol desde el cual todos nos beneficiemos con ingresos, con energía barata y limpia y con la tecnología que todo ello implica. Pero este ideal, requiere de voluntades a prueba de todo. Principalmente un gobierno con conciencia social e inteligencia para dar cada paso en la medida exacta que debe darse.
Y el tiempo que transcurre y enseña, nos está demostrando que Sánchez de Lozada tenía razón para sacar a toda esa lacra social del manejo administrativo de la empresa y transferirla a quienes entienden del negocio y no tienen necesidad de cobrar coimas para hacer su tarea. Claro que esta opción asumida en la capitalización requería de un control estatal diseñado para evitar la sobreexplotación de las concesiones y un reparto equitativo y progresivo de la renta petrolera, en la medida que no se perjudiquen las inversiones que se requieren para mantener el flujo de ingresos en el tiempo.
Ahora los bolivianos debemos aceptar que el Estado no está preparado para asumir tareas que lo trascienden. Y el gobierno de Evo Morales debería reflexionar sobre esto. Van seis Presidentes de YPFB en tres años de gestión. Y todos con indicios de corrupción personal. Y en tan solo tres años hemos dejado de ser el centro energético exportador de gas, para pasar a ser importadores del mismo. Esta realidad no es fruto de la casualidad. Pero mientras se persista en sostener una política equivocada mayores serán los efectos sobre las espaldas del pueblo.
Uno de los efectos más claros de lo afirmado es la transferencia de mil millones de dólares programada para este año. Es el pueblo el que sostiene a YPFB y no al revés. Y de este cuero salen otras correas. Otro efecto que padeceremos es la escasez, cada día mayor de gasolina y gas licuado. En Cochabamba comenzaron los carteles de aviso en las gasolineras “No hay gasolina” mientras el señor Evo Morales está de fiesta en Venezuela festejando 10 años de derroche socialista–boliviariano.
No importa cuántas veces hagan uso y abuso de Carlos Villegas, que como profesional parece que ya no se respeta asimismo. Es el “dolorux” del gobierno, sirve para aliviar los golpes de la corrupción que se están propinando, pero es ineficaz para curar la enfermedad. Y esta es otra de las pruebas sobre una fallida nacionalización: nadie quiere trabajar con el gobierno, como no sean los “Santos Ramírez”, no tiene hombres para reemplazar a los que se van. Orfandad que resulta evidente y soledad palaciega que parecen sufrir, aunque a punta de cheques y despilfarro se llene la Plaza Murillo cada vez que hay que “mostrar pueblo”.
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