Las conferencias de prensa han cambiado totalmente en los últimos meses. Las autoridades han aprendido a utilizar la estrategia de los charlatanes callejeros que le venden a la gente desde una "pomadita" para las verrugas, hasta un poderoso reconstituyente viril, todo hecho con yerbas, sangre, pelos, plumas de animales y otros perendengues que en el 100 por ciento de los casos sólo causan dolor de barriga y alergias en la piel.
Así lo viene haciendo desde hace mucho tiempo el presidente Evo Morales, quien por error dio la única entrevista al vivo a la CNN que permitió a una presentadora hacerle preguntas contundentes sobre la realidad del país donde salió muy mal parado y mostrando al mundo que no puede ocultar que en Bolivia hay presos y confinados políticos. De ahí para atrás y adelante, el mandatario sólo da mensajes a través del canal estatal, del cual se "cuelgan" todos los canales.
De responder a las preguntas de los periodistas ¡ni se hable!. La estrategia es muy efectiva, permite que las autoridades puedan decir lo que quieren, insultar a través de un canal nacional, llamar corruptas a las autoridades judiciales, delincuentes a los cívicos y prefectos y vendidos a los periodistas sin dar a cambio la posibilidad de que la prensa pueda cuestionar esas declaraciones.
Así sucedió con el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, quien llamó a los periodistas en el horario estelar nocturno de los informativos para dar una conferencia de prensa y, cuando todos los equipos estaban instalados y a minutos de su aparición al vivo, los encargados de comunicación de Palacio dijeron que "el ministro no respondería preguntas". Así logró una cobertura nacional, que si de propaganda se trataba, costaba una fortuna. los medios cayeron una vez más en la trampa.
Y, como se sigue fielmente el libreto, Quintana se encargó de echarle la culpa de sus males a la oposición, de alabar su lucha contra el contrabando y de afirmar que no claudicarán en esa tarea. De la grave y pública acusación de que él estaba involucrado en el millonario contrabando de 33 camiones, no dijo esta boca es mía.
No dio una explicación al pueblo boliviano que en ese momento estaba expectante frente a las pantallas de todos los canales de televisión para conocer la verdad sobre las acusaciones. Todos quedaron con un sabor amargo en la boca y la vergüenza de tener ese tipo de autoridades que no se inmutan a la hora de mentir y de acusar.
¿Conferencia de prensa?, habrá que llamarle a partir de la fecha mensaje a la nación, como en las épocas de los militares golpistas que llamaban a los periodistas para advertir y amenazar a la gente de que ande con su testamento bajo el brazo si es que estaban en actividades contrarias al gobierno. Ni más ni menos, nada ha cambiado, corrijo, ahora estamos en democracia antes era dictadura y golpe militar. Los personajes son los mismos: dictadores disfrazados de demócratas y defensores de la Patria.
El gobierno afirmó que confía en la memoria del pueblo del daño que hicieron los gobiernos de la derecha para que voten a favor de la nueva Constitución Política del Estado. La oposición ahora afirma que confía en que el pueblo no olvide que la corrupción también viene de la izquierda. Los corruptos no dan factura, dijo un dirigente cívico hace varios años. Es verdad, pero es muy difícil borrar de la memoria del pueblo la corrupción de los gobernantes.
Lo que podemos decir, es que ya nadie cree en los "sacasuertes" callejeros. La gente quiere ver que su economía mejora, que hay fuentes de trabajo, seguridad jurídica, respeto a las leyes y a los derechos fundamentales, crecimiento de la producción agrícola e industrial, fortalecimiento de la economía, independencia de poderes, rechazo a la injerencia extranjera y muchas otras cosas más que en este momento no existen. ¿Serán capaces de refrescarle la memoria al pueblo los vendedores de ilusiones? (Jorge Mirancha Pacheco director de hoy bolivia)
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