Podemos concluir que el golpe constitucional está encaminado y en pleno proceso de aprobación. Es fruto de un trabajo de largo aliento, que se inició cuando Evo Morales tuvo la certeza de que llegaría a concretar sus planes ni bien consiguió derrocar al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada durante las luctuosas jornadas de octubre de 2003.
Hechos en los que existen serios indicios de que el MAS, a la cabeza de Evo Morales, puso los muertos, los francotiradores y también el nuevo presidente: Carlos Mesa G, tentado por la posibilidad que le abría este singular golpe de Estado que guardaba las apariencias de la inusual formalidad que le brindó la cortina de humo que lo camufló en una supuesta insurrección de masas.
Después vinieron los otros golpes, siempre bajo la teoría de guardar el mínimo de condiciones para que se pueda seguir vendiendo la idea de que el país seguía caminando sobre reglas democráticas, que en realidad hace mucho tiempo que fueron vulneradas.
A pasos agigantados, el MAS y el Ejecutivo actual han ido concretando sus planes de encaminar a Bolivia a un contexto en el que se han ido defenestrando las leyes para dar paso al gobierno en su estado puro, el gobierno en su versión de poder real-fuerza bruta-primigenia que convive en estado carnal e incestuoso con las masas movilizadas o milicianizadas según el caso.
El paso de la república al estado-gobierno es un proceso que se cocinó vía Asamblea Constituyente que transcurrió como una institución fantasma, con un proceso fantasma, que eligió asambleistas que nunca deliberaron, que recibió propuestas que nunca se conocieron ni se consideraron, que apantalló un proceso que nunca existió, que es una especie de fantasmagoria- telón de fondo de una nueva formación que ha despellejado a la república para convertirse en un mecanismo del poder por el poder y para el poder.
Los asambleístas recibieron sueldos y se reunían para que las cámaras registren sus imágenes, pero nunca redactaron ni un solo artículo de la constitución que ahora va a ser puesta en consideración y que ha sido totalmente impuesta por el Ejecutivo y sus socios-agentes del comunismo continental e internacional.
Lo que estamos a punto de concretar es el final de un golpe constitucional que ha sido concebido con años de antelación y que definió los papeles de todos los actores y destinatarios.
De tal manera que estamos llegando a este referendo después de haber sufrido un proceso de despojos insititucionales, de violencia y terrorismo de Estado y de haber sido conducidos a golpes, a la mala y bajo el dominio de un poder que se ha concebido a sí mismo sin Dios ni ley y renegando de sus progenitores.
Estamos llegando a la fecha impuesta, obligados a acudir a las urnas después de muchos forcejeos en los que nuestras instituciones fueron una a una descabezadas y ahora tienen hora y fecha marcada.
Después del 25 de enero y de ganar el sí, estamos seguros que no habrá constitución, porque habremos perdido la que hoy rige los destinos del país, para adoptar un programa de gobierno que nos será impuesto a nombre de un nuevo marco constitucional.
No podemos obviar que estamos entrando al referendo por constitución con acefalías que han sido provocadas adrede por el Ejecutivo en todas las instituciones rectoras del Estado boliviano. No existe más que una tribuna en el Tribunal Constitucional, la Corte Nacional Electoral está presidida por un masista puesto a dedo, la Contraloría ha sido tomada por el Ejecutivo, la Corte Suprema de Justicia ha sido descabezada, el parlamento no es un espacio de debate sino un mercado en el que se compran leyes o se las hacen por cerco o asalto y a todas estas instituciones se les dará su parte de defunción después del golpe constituyente.
A sabiendas que seguirá trasnochando al poder Legislativo o congresal, Evo Morales ha advertido que aplicará su CPE por decretos, lo que equivale a anunciar que está decidido a gobernar sin leyes, sin hoja de ruta, haciendo lo que le viene en gana, a capricho y voluntad de sus intereses.
No sabemos como los observadores internacionales que dicen haber venido a observar el presente proceso de consulta, no se horrorizan ante la evidencia de estar auscultando un cadáver en pleno estado de descomposición. Por supuesto que el Centro Carter y la OEA que ya han jugado muchas cartas a favor de las dictaduras en el continente, dirán que el cadáver todavía tiene pulso y que incluso goza de buena salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario