La mitad de Bolivia condiciona el desarrollo de la Constitución indigenista a un diálogo con el presidente Evo Morales. El referéndum del domingo le dio la victoria numérica al Gobierno -58,7 por ciento- pero la división del voto, prácticamente en partes iguales en términos regionales, resucitó una oposición mortecina que se considera con derecho a sentarse a negociar el futuro de sus autonomías.
Los prefectos (gobernadores) autonomistas recibieron un balón de oxígeno con los resultados del referéndum en sus territorios. En Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando -éste último pese a la militarización impuesta por el Gobierno-, triunfó el «no», con un rechazo mínimo del 60 por ciento y un máximo superior al 65 por ciento. En Chuquisaca, la quinta región rebelde de las nueve que hay en Bolivia, se impuso un virtual empate que no quedará despejado hasta conocer el escrutinio oficial en su totalidad, previsto el 20 de febrero.
Aunque los datos a nivel nacional arrojan casi un 60 a favor de la Constitución y un 40 en contra, las lecturas de uno y otro bloque les permitieron celebrar con el mismo entusiasmo. (Las cifras que se manejan corresponde al recuento rápido realizado por Ipsos, Apoyo Opinión y Mercado para la red ATB y el diario «La Razón», según una selección de mesas electorales que contiene un margen de error simbólico).
Sin legitimidad
Rubén Costas, prefecto de Santa Cruz (64 por ciento por el «no»), advirtió: «Queremos un cambio verdadero, de amplio consenso y no de imposición», y éste «no será posible si el Gobierno central y el MAS (partido de Evo Morales) se dejan llevar por un efímero triunfalismo». En la misma línea se expresó Marío Cossio, al frente de Tarija (65 por ciento «no»): «El Gobierno no tiene condiciones y peor aún, legitimidad para imponer a su gusto y sabor este texto constitucional. Está obligado a construir pactos». Ernesto Suárez (Beni, 65 por ciento por el «no») invocó a la calma: «No hay que actuar con las hormonas. Estamos dispuestos a escuchar. El presidente no puede taparse los oídos ante lo que la gente ha dicho con el voto».
En este escenario, «al Gobierno sólo le queda negociar con las regiones», asegura la historiadora Jimena Costa. Para el analista y asesor de la Fundación Ebert, Carlos Toranzo, «ahora más que nunca son necesarios los acuerdos políticos para legislar la aplicación de la nueva Constitución, de modo que las leyes incluyan a todos». En caso contrario, Toranzo, como otros analistas, pronostica «violencia como la que nos acompañó estos últimos tres años».
La noche del triunfo Evo Morales salió al balcón del Palacio Quemado, sede del Ejecutivo, desde donde convocó a «prefectos, alcaldes, constitucionalistas, dirigentes sociales y compañeros cívicos para trabajar juntos» en el desarrollo de la Constitución. «Aquí no hay ningún empate, hay un solo ganador, el pueblo y la Constitución», dijo. Pero la mano tendida por el presidente vino acompañada de un golpe bajo: «Hemos vencido a los traidores (...), a los vendepatrias, a los neoliberales... No hay ninguna media luna, hay una luna llena». En su intervención, arropado por un par de miles de seguidores, Morales agradeció el respaldo del 74 por ciento que obtuvo en La Paz.
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