El cerco de surco que cercará el circo
El galimatías que sirve para titular este artículo encierra, como en un acertijo, las bases del nuevo sistema político boliviano, implícito en la democracia del Siglo XXI que, por su efectividad y contundencia, debería ser imitado en el mundo entero, a fin de evitar los odiosos trámites de la concertación y las tediosas sesiones de avenimiento en temas de importancia para la nación.
El Honorable Congreso Nacional, cercado o sin cerco, nos ha demostrado que de sustraérsele su carácter de “charlamento” y sustituyéndolo por un conglomerado que se limite a escuchar y levantar las manos para aprobar o desaprobar un tema, la patria habrá ganado en todo sentido.
Fue de esta manera que la aprobación de la nueva carta magna que el MAS presentó al Senado, sin previos afeites y en una sola reunión, como por acto de magia convirtió a esta cámara en una “Asamblea Constituyente” que tanto dinero, tiempo, dolor y muerte le había significado al país. De igual forma, otra eficaz determinación de este primer poder del Estado fue el referéndum revocatorio que viabilizó la permanencia indefinida de Evo Morales Ayma en la primera magistratura de la nación.
Las técnicas y tácticas de guerra que el MAS está utilizando en contra de la población boliviana comprenden los cercos y movilizaciones que orquesta, financia y sostiene. Parte de esta guerra de baja intensidad, para cuyo efecto se ha echado mano a grupos de élite del ejército nacional, obedece a métodos militares que incluyen operativos psicológicos, pésimamente encubiertos, como la toma de presos y otros atropellos.
Hoy estamos ante otro cerco llamado a forzar la aprobación de una nueva ley electoral que cohoneste las elecciones presidenciales convocadas para Diciembre, y para elegir una asamblea popular donde el 70% del país urbano sólo tenga acceso al 30% de su composición y viceversa. Se pretende asimismo, que para su elección, dichas diputaciones indígenas cuenten con el aval de los sindicatos masistas,
A fin de evitar toda señal de transparencia niegan el reempadronamiento del registro electoral y a título de promover la votación de bolivianos en el exterior, el voto de los compatriotas en Buenos Aires se constituye en el objetivo más codiciado de este gobierno, ya que en él cifra sus mayores expectativas de fraude; importándole un comino la opinión electoral de los remeceros que viven en Washington, España u otros puntos del planeta. La cabeza visible de estos acorralamientos congresales es un cholo de apellido Surco, que pretende perfilarse ante a los bolivianos como el sucesor de Evo Morales Ayma, mediante la trillada fórmula del indigenismo postergado. ¡Como si a un toro se lo pudiese capar dos veces! El es él que promueve este nuevo método de la “democracia boliviana” que si bien puede resultar efectivo para su campaña, podría convertirse en el cerco de surco que termine por cerrar el circo.
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