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viernes, 10 de abril de 2009

el periodismo boliviano goza de buena imagen en el exterior y tiene obligación de informar sobre la cosa pública. no renunciará a su deber pese a todo

El Presidente y el periodismo
Aunque los profesionales pasan, el periodismo queda. En el pasado, otros gobiernos han perseguido y exiliado a periodistas, con resultados negativos, porque quienes reemplazaron a los desplazados no renunciaron a la objetividad ni a la crítica que obliga el oficio.
El presidente Evo Morales mantiene invariable su actitud de rechazo al periodismo boliviano, como se pudo comprobar en la conferencia de prensa que ofreció el martes 7, en la que se negó a responder preguntas de los periodistas nacionales.
La última vez que tuvo contacto con un periodista boliviano fue cuando increpó en público a un reportero del colega diario La Prensa por un titular referido al caso de los 33 camiones de contrabando que pasaron por Pando. El titular ha sido tomado por el Gobierno como motivo para iniciar una acción legal contra el mencionado matutino paceño.
El Presidente mantiene una preferencia con los periodistas internacionales, pues sólo convoca a ruedas de prensa a los corresponsales extranjeros. La última vez que lo hizo autorizó, por primera vez, la participación de periodistas de medios nacionales pero con la condición de que no hagan ninguna pregunta y que se limiten a escuchar.
En los tiempos en que él era dirigente de los productores de coca del Chapare, tenía una relación directa con los periodistas locales. Desde que asumió la presidencia, Evo Morales muestra actitudes de intolerancia con el periodismo boliviano, y hace alusiones severas contra la profesión. En junio del año pasado llegó a decir que todos los periodistas bolivianos son sucios.
La última reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) emitió un balance en el cual repitió la condena a las vulneraciones a la libertad de expresión que se producen en Bolivia. El Gobierno nacional replicó mediante una invitación a los funcionarios de la SIP para que vengan al país a observar de cerca lo que realmente ocurre en la relación Gobierno-periodismo. Los ejecutivos de la SIP aceptaron la propuesta, pero no hay una fecha para la visita.
Fue después de esa invitación a la SIP que se produjo la conferencia de prensa en la que el periodismo boliviano fue invitado a participar, pero con la condición de que no haga preguntas.
Si los observadores de la SIP vinieran a Bolivia, comprobarían que el presidente Morales está cumpliendo su amenaza de restringir el acceso a la información contra los periodistas bolivianos y, además, que usa los medios bolivianos para amplificar su discurso, no para escuchar ni responder.
El Presidente debería saber que el periodismo boliviano tiene una imagen internacional buena, precisamente por su profesionalismo. Éstos han sido promovidos a cargos en el exterior en un porcentaje alto, mucho mayor al que correspondería por población del país y por cantidad de medios que existen.
También debería saber que el periodismo tiene la obligación y el derecho de informar sobre la cosa pública. En la pirámide de la realidad nacional, algunas veces unos personajes están en la base y otras veces en la cúspide. Es un error esperar que el periodismo deje de ver la pirámide completa, sólo porque alguien de la base ha pasado a la cúspide. Confrontar a los periodistas es atentatorio contra un principio de la democracia. Aunque los profesionales pasan, el periodismo queda. En el pasado, otros gobiernos han perseguido y exiliado a periodistas, con resultados negativos, porque quienes reemplazaron a los desplazados no renunciaron a la objetividad ni a la crítica que obliga el oficio. Por la cuarta vez un editorial valiente de La Razón.

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