entonces...de qué linduras habla Castro para pontificar en favor de su discípulo del partido único y de cero votos para la oposición? se pregunta Los Tiempos y nosotros también.
Durante dos días consecutivos, Fidel Castro dedicó sus “Reflexiones del Compañero Fidel” a describir minuto a minuto y analizar los entretelones de las sesiones parlamentarias en las que el oficialismo intenta sentar las bases de una “verdadera democracia” en Bolivia.
En sus artículos, Castro se dedica a pontificar sobre cuanto Evo Morales hace y deja de hacer en su afán por imponer un régimen electoral con el que obviamente, el más veterano dictador latinoamericano se siente plenamente identificado.
El asunto merece ser tomado muy en cuenta porque, efectivamente, lo que está en juego en Bolivia, y Castro lo sabe muy bien, es la preservación de una democracia pluralista o la instauración de un régimen de partido único, en el que la oposición no tenga ninguna posibilidad de intervenir en los asuntos de interés colectivo.
Si hay alguien que sabe mucho del asunto es precisamente Fidel Castro. Es que durante más de 50 años ha logrado imponer en Cuba un sistema en el que resulta innecesario hacer fraude electoral, como todavía lo es en Bolivia, para lograr el monopolio del poder.
Como se sabe, el pueblo cubano participa regularmente en elecciones en las que un solo partido, el Partido Comunista, puede participar. El resultado, como no podría ser de otro modo, es que el PCC gana siempre con muy poco menos del 100 por ciento de los votos. Como el MAS en el altiplano paceño.
Esa es, desde el punto de vista de Castro, la “verdadera democracia” por la que se está peleando en Bolivia. Y, hay que reconocerlo, tiene toda la razón y no se le puede negar toda la autoridad que le da la experiencia para dar instrucciones sobre el asunto.Hay, sin embargo, otros temas sobre los que las peroratas castristas resultan ridículas. Cabe preguntar, por ejemplo:¿Qué pasaría en Cuba si los cubanos de origen africano exigieran el 60 por ciento de representación en los órganos de poder, que es lo que demográficamente les corresponde? ¿O si las mujeres demandaran el 50% en nombre de la equidad de género? ¿O si los jóvenes exigieran una renovación generacional? ¿Y qué pasaría si alguien propusiera la participación de los cubanos que viven en el exterior?
Muy bueno sería ver a la rancia gerentocracia íntegramente compuesta por varones de origen español que gobierna la isla predicar con el ejemplo sobre cualquiera de esos temas. Y que se debata sobre ellos, sin censura de por medio, en los medios de comunicación del Estado.
Empero, más allá de los detalles, lo que es indudable es que Castro tiene toda la razón al decir que en Bolivia se está librando una batalla decisiva. En lo que se equivoca es al subestimar la decisión de gran parte del pueblo boliviano de perseverar en la defensa de su libertad.
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