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sábado, 21 de marzo de 2009

hasta dónde se puede ceder en los principios en aras de un cambio minado? se pregunta el autor Alfonso Gumucio en art. reproducido en Los Tiempos.CB.

En un artículo así titulado, publicado en la revista “Nueva Crónica y Buen Gobierno”, Alfonso Gumucio Dagrón, un destacado intelectual cuya larga trayectoria de luchador en las filas de la izquierda boliviana es ampliamente reconocida, se pregunta “pensando en algunos amigos que tengo en el MAS (…) cuánto tiempo van a seguir aguantando este proceso de malversación del cambio social, y hasta cuándo van a seguir siendo cómplices de las mayores arbitrariedades que hayamos visto desde las épocas de las dictaduras militares.
Al iniciar sus reflexiones, destaca el mucho respeto que siente por sus compañeros de lucha hoy identificados con el “proceso de cambio”. “Sé que son personas honestas, valiosas por su trabajo y seres humanos dotados de principios y valores que los han acompañado toda su vida. (…) no tienen nada que ver con la marabunta de arribistas y corruptos del MAS que han llegado al gobierno para saquear y para usufructuar arbitrariamente del poder”, afirma.
Más adelante, se pregunta: “¿Hasta dónde puede una persona honesta ceder en sus principios en aras de un proceso de cambio que está minado por dentro, por los propios actores que lo impulsan? ¿Cuál es límite que la conciencia de cada uno debe ponerse para no hacerse cómplice de la mentira, de la falsedad, de la represión o de la corrupción? ¿Hasta dónde van a tragarse la mentira, ellos que lucharon a riesgo de sus vidas por la verdad?
Al referirse a los hechos que desde su punto de vista deberían ser suficientes para que quienes todavía apoyan al MAS asuman una posición crítica que los dignificaría, Gumucio destaca la agresión orquestada para atacar la casa y familia de Víctor Hugo Cárdenas y la “aún más vergonzosa y lamentable la reacción oficial después de esos hechos”. A ese ejemplo, habría que agregar otros ocurridos durante los últimos días. Y habría que preguntarse: ¿cuántos militantes de la izquierda no se sintieron tan agredidos como el ex candidato a la vicepresidencia por el PS-1 cuando fue expulsado a empellones de su oficina para ser sustituido por un proxeneta?
¿Cuántos vieron, y cuántos evitaron ver en ese acto todo un símbolo de la degeneración de la causa por la que tanto lucharon? ¿Será que su conciencia no es atormentada por la memoria de Marcelo Quiroga Santa Cruz o Sergio Almaraz Paz cuando en nombre de la nacionalización de los hidrocarburos se saquea sin misericordia el erario nacional? ¿O cuando para “salvar” a YPFB se pide la intervención del Banco Mundial? Esas, entre otras, son algunas de las dudas que con razón agobian a quienes depositaron sus esperanzas en el proyecto político del MAS y hoy se preguntan: ¿Cuál es el límite más allá del cual la lealtad se convierte en servilismo, la condescendencia en complicidad, la flexibilidad en traición?

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