La Mala Hora parece haber llegado. En medio de todos los conflictos creados, la convivencia se enrarece y aparece además la máscara del poder, la cara dura con la que el poder comienza a jugar con la vida de los ciudadanos y con la que pretende actuar desde las sombras, agazapado, urdiendo, tramando, digitando intrigas, haciendo que unos ataquen a otros, que encuentren razones y motivos para hacerlo, que el país entero se descuere, se saque la mugre, escudándose en intrigas, en rumores, mientras ellos, desde el Palacio de Gobierno se llevan la mejor parte, sacan partido de todo, porque siempre apuestan a la infalible fórmula de ser los únicos ganadores del odio que van sembrando.
En la Mala Hora, han caído muchos que ahora están en la cárcel de San Pedro, entre ellos el prefecto Leopoldo Fernández, el periodista Jorge Melgar, entre otros que valientemente lucharon por defender los derechos de sus pueblos, el derecho a su identidad, a un jirón de autoderminación, a gozar de la libertad de disentir y de resistirse a las imposiciones y a la violencia.
También ha caído en el área oscura de la Mala Hora, todo el departamento de Pando, que ha sido elegido para servir de chivo expiatorio, para infundir terror al resto del país, para mostrar lo que es capaz de hacer el poder cuando se vuelve soberbio y tortura al pueblo para que le obedezca.
Por desgracia también ha caído en este agujero negro, el ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas y su familia, quienes han sido atacados vilmente por una turba aleccionada, que había sido predispuesta para ensañarse contra su propia sangre, porque el poder necesita mostrar que todo aquel que se aleja del rebaño será castigado con sus bienes y pagará con el precio de su propia vida si es necesario.
En medio de tan malas horas, el teje y maneje del poder no se detiene y aparece el propio presidente justificando los hechos violentos y planteando que debe ser así la justicia comunitaria, que se cobra y puede ejercer violencia sin más sobre los que no obedecen.
Después de avalar tan Mala Hora, el presidente se marchó tranquilo a fumigar porque ha visto que las plagas y epidemias que azotan al pueblo abandonado a su suerte, exprimido y desechado a padecer la calle y sus males, los virus, es un buen escenario para mostrarse solidario y dadivoso, sin hacer otra cosa que vestir un equipo de fumigación y agarrar una máquina y disparar veneno por aquí y por allá, para convencer que siempre está con el pueblo, sobre todo en la ocasión de la Mala Hora.
En la Mala Hora, el vicepresidente y viceministros tan pronto declaran que los problemas serán derivados a la justicia, como se la quitan a la justicia de encima, peloteando a la justicia comunitaria con la ordinaria, o como ha declarado ayer el vicepresidente sobre el caso del prefecto de Pando, planteando que no gozará de un juicio administrado por la Corte Suprema de Justicia porque según su sui generis interpretación de las leyes el prefecto lleva seis meses preso esperando el dictamen de una comisión de investigación del congreso; pero luego sin ningún empacho declara que todas las detenciones son un asunto de la justicia, que ellos no tienen nada que ver, porque esta es la forma en que actúan los que crean e imponen la Mala Hora a los pueblos, los que deciden que todo se destruya porque ganan y suman en el clima de destrucción, porque ellos siguen negociando, traficando, malvendiendo el país, sacando ganancias de la violencia y la desgracia de los pueblos que han tomado como sus rehenes.
La Mala Hora es la hora marcada por los poderosos que les rompen el alma a los pueblos a título de un retazo de promesas y que permiten que los actos de vandalismo queden impunes porque los comunitarios tienen libertad absoluta para actuar con discrecionalidad, matan, queman casas, violentan los derechos y luego se declaran en estado de sitio civil, como está ocurriendo ahora con el caso del asalto a la casa de la familia Cárdenas y ya ocurrió cuando 11 personas fueron linchadas en la misma localidad de Achacachi, caso que hasta ahora se esclarece. Con estas acciones la justicia ordinaria no pueda ingresar a su comunidad y así todos los agresores, delincuentes y asesinos gozan de protección y asunto concluido, porque en eso nomás han quedado todos los hechos de sangre hasta el momento.
En La Mala Hora los prefectos opositores no gozan de caso de corte pero las hordas violentas y los ministros corruptos se acogen sin embargo al estado de sitio civil y se escudan en la impunidadl. También en la Mala Hora, hay asesinos a sueldo que actúan desde las altas esferas ingresando a domicilios de los que han delatado sus fechorías y actos de vandalismo y corrupción, es el caso de la extrema violencia sufrida por la esposa del ex General López quien se atrevió a denunciar el caso de contrabando de los 33 camiones y como represalia la esposa ha sido asaltada tres veces, cortada con heridas de arma blanca en los brazos y por último según declaraciones del ex jefe de Aduanas de Bolivia le han vaciado el ojo golpeándola en la esquina de una mesa. Matones contratados por los que han dictado la Mala Hora.
Sólo nos puede librar de la Mala Hora el acudir a nuestras reservas morales y afianzarnos en nuestros principios. Esto nos deja además en claro que no debemos dejar que la Mala Hora siga avanzando y que se negocie con ella y que nos entreguen a que siga creciendo.
La violencia que estamos viviendo nos marca el camino, nos muestra con claridad meridiana que no podemos seguir pidiendo pactos ni acuerdos con la Mala Hora, pues esta sólo acepta y exige claudicaciones, despojo y entrega incondicional. (palabras de Centa Reck en Hoy Bolivia)
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