Más responsabilidad en los medios
El periodismo está cayendo en la violación de ese principio, empujado también por las irresponsables eimprudentes declaraciones de fiscales o miembros de comisiones…
La prudencia que debía caracterizar a un proceso investigador de alto riesgo, como es el del supuesto surgimiento en el país de un grupo al que la Fiscalía y sectores gubernamentales calificaron como “terrorista”, ha sido casi totalmente ignorada.
Como consecuencia de ello, los nombres de personas que son llamadas a declarar o que están imputadas se mezclan en una vorágine de irresponsabilidad que pone en riesgo la dignidad y el honor de muchas de ellas que son o que pueden resultar inocentes.
La danza de nombres y apellidos parece irrefrenable en los medios de comunicación que, cuanto en mayor cantidad los dan, se consideran mejor y más informados y los reporteros han puesto los ojos en listas de toda índole para publicarlas tan pronto las descubren o les llegan a sus manos. No les importa nada si con ello están mellando prestigios y dignidades y, lo que es peor, generan conversaciones y rumores irresponsables en grupos de diferentes niveles, que empiezan a hacer suposiciones y lanzan hipótesis de la más variada naturaleza.
Los hijos, las esposas, los familiares, los amigos de estas personas sufren las consecuencias de esas comidillas generalizadas en las que se desliza el morbo o la mala fe.
En verdad, la gente que oye, ve o lee nombres y personas en los medios de comunicación no hace las diferencias apropiadas entre lo que es un imputado o indiciado o llamado a declarar. A todos se los mete en la misma bolsa y surgen luego las especulaciones con las consecuentes repercusiones para su honor y dignidad.
Uno de los principios éticos del periodismo es el respeto a la dignidad y honorabilidad de las personas, que hay que preservarlas mientras no se les atribuyan oficialmente cargos concretos de haber cometido delitos.
El periodismo está cayendo en la violación de ese principio, empujado también por las irresponsables eimprudentes declaraciones de fiscales o miembros de comisiones parlamentarias que dan públicamente o deslizan las informaciones sabe Dios con qué propósito. En estos momentos de tanta polarización, parece que algunos se regodean con ver este baile de nombres de personas, de instituciones de regiones; con afirmaciones de medios que sostienen como irrebatibles hechos que todavía están en investigación preliminar, a pesar del tiempo transcurrido; que repiten en sus medios sin responsabilidad alguna, versiones, suposiciones, conclusiones precipitadas de algunas autoridades a las que no exigen ninguna prueba que les permita llegar o acercarse a esa veracidad imprescindible para una publicación periodística seria y responsable.
Con esto se trata sólo de recomendar el cumplimiento de preceptos legales y principios éticos periodísticos y no de proteger a nadie ni a ninguna institución que pudieran, eventualmente, resultar responsables de algún delito. Un gran profesor de periodismo, don Huáscar Cajías, sostenía con sabiduría que es preferible perder una noticia a publicar una injusticia.
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