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viernes, 12 de junio de 2009

horda de vándalos dispuestos a ejecutar planes siniestros "pizango" la soberanía de Bolivia dice Alvaro Riveros en www.hoybolivia.com

El trágico desenlace de los acontecimientos acaecidos en la hermana república del Perú pone de manifiesto las verdaderas intenciones del grupo de gobiernos que, a nombre de la democracia que los ungió como tales, esconden bajo la manga el puñal que la liquide.

En una entrega anterior advertimos sobre la maquiavélica actitud de algunos países adscritos al Foro de Sao Paulo, una organización de partidos y movimientos guerrilleros de izquierda creada en 1990 por Fidel Castro e Ignacio Lula da Silva, a raíz de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe del comunismo en la ex Unión Soviética, con el propósito de sustituir el apoyo que Cuba recibía del Bloque Oriental, por el de una transnacional latinoamericana que financie sus actividades mediante actividades ilícitas como: el secuestro, el contrabando, el narcotráfico y otros que rutinariamente practican los grupos guerrilleros en Latinoamérica.

Encubiertos bajo una hábil coartada como: el etnocentrismo, la lucha por los derechos de los indígenas, el separatismo que proclama que las tierras de las tribus indígenas son propias y no del Estado Nacional y una defensa a ultranza del ecosistema, orientada a evitar cualquier intromisión del Estado en las áreas forestales, estos movimientos pretenden el establecimiento de territorios autónomos, propicios para cobijar ejércitos irregulares dedicados a dichas actividades delincuenciales.

Pese al truculento objeto de constitución de dicha empresa, es hidalgo reconocer que la visión del viejo comandante, su afán de supervivencia y una suerte incuestionable acompañarían su posterior desarrollo. Nadie en su sano juicio habría profetizado que a dos décadas de su constitución, se integre al grupo una Venezuela comandada por un déspota provisto de miles de millones de petrodólares, superando con creces las expectativas del viejo dictador, al sustituir el papel de la esquilmada Unión Soviética. Tampoco la inclusión de un líder cocalero, como presidente de Bolivia, que le reditúe la tan esperada aureola del etnocentrismo e indigenismo en el poder y el acceso a las extensas zonas del Chapare. Algo que ni el Che Guevara habría soñado, en sus más ardorosos delirios. Finalmente, la afiliación societaria de casi todos los países latinoamericanos, excepto Perú y Colombia, cuya negativa la vienen pagando con sangre y fuego.

Precisamente el Perú, al negarse a participar en un foro que abriga en su seno a un movimiento terrorista que le cobró más de 25.000 muertes y al frenar el ascenso de Ollanta Humala al poder, decretó represalias en su contra y volvió a ser víctima de los violentos. Alberto Pizango es el nuevo comandante que, tras propiciar la salvaje muerte de una treintena de peruanos, quiso buscar refugio en Bolivia. Precautelando la seguridad de este delincuente, desde Venezuela sus jefes determinaron que el asilo se realice en Nicaragua, ya que en Bolivia no tardaría en llegar la venganza de la policía peruana, al igual que con un alto oficial de inteligencia asesinado en una céntrica calle paceña, allí por los años 80.

La moraleja de esta historia es la poca o ninguna importancia que da esta horda de vándalos a los valores de la República. Ellos están dispuestos a cumplir sus siniestros planes, aún pizango la soberanía de Bolivia.

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