La pregunta contiene más que un cierto matiz de ironía, una realidad, que trasciende lo personal. Porque en esa lógica de la contradicción, podríamos preguntar como Rusia cabeza de la ex Unión Soviética sea ahora un Estado Liberal y defensor del libre mercado. No es, como se puede observar, algo fuera del contexto objetivo de la realidad política internacional que un comunista pueda ser Ministro de un Liberal.
Al contrario, es la manera, la forma en que el proceso de la dialéctica histórica se nos presenta, para darnos un mundo diferente cualitativamente al que teníamos hasta antes de la caída del muro de Berlín. Es lo que en buen romance se tradujo como la desaparición de los conceptos de derecha e izquierda, concebidos como posiciones ideológicas irreconciliables. Lo que ayer era izquierda expresada en políticas sociales hoy día es derecha sin rubor alguno y lo que ayer eran políticas de libre mercado como bunker del liberalismo son instrumentos usado por la izquierda con toda naturalidad.
Algo ha cambiado en el orden mundial. Y quienes se quedan añorando el pasado están perdiendo el tren de la historia. Es necesario que lo contradictorio de antes sea la complementariedad de hoy día. Ni acumulación del capital en pocas manos ni dictadura del proletariado. Y entonces esa Tercera Vía parece abrirse camino para dotar al Estado de la suficiente autoridad regulatoria e interventora sin anular la pujanza de la libertad de empresa y de mercado para asignar recursos.
Quienes conciben que ahora no se pueda transigir ideológicamente, no están comprendidos dentro la gran aldea. Están subsumidos, aislados y cercados por muros mentales, ante los cuales el mundo pasa sin detenerse y menos preocuparse por aquellos que persisten en lamentarse y alimentarse del pasado.
Una figura que nunca transó en su visión del mundo, es Fidel Castro, bueno para él, pero malo para su pueblo. El creció históricamente a costa del atraso social de los cubanos. No quiso aceptar que las rigideces ideológicas son anclas socio económicas. Y ahí está, refunfuñando contra todo el mundo y apoyando a un dirigente cocalero como el corolario de toda su lucha por la liberación de los pueblos. Un pobre final.
En cambio los chinos mostraron, una vez más al mundo, su sabiduría, su sapiencia para adecuar el Estado Comunista a la nueva correlación de fuerzas internacionales y convertirse en otra locomotora mundial del consumo y la producción. Complementan ese Estado con el Mercado y logran resultados que obligan al resto del mundo a tomarlos en cuenta. Ya no es el león dormido.
En Bolivia tenemos a un grupo palaciego que hace las exquisiteces de los analistas. Porque son una especie fuera de contexto y sus movimientos, acciones y resultados logrados son dignos de observar. Creen aún en la revolución del proletariado, en la coca sagrada, en las nacionalizaciones al estilo Castrista, en las autonomías originarias y en el ser originario como verdad sociológica. Y piensan que son el centro de la atención mundial.
¿No es una maldición la que nos persigue? (Texto de Dante Pino, fuente: www.ej.org)
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