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domingo, 17 de mayo de 2009

enérgico editorial de La Prensa muestra las marcas de brutalidad que los masistas dejaron en el cuerpo de Marcial indígena reconocido a nivel mundial


Para los que tenían alguna duda sobre la instalación en nuestro país del reino de la intolerancia, las marcas de brutalidad que masistas dejaron sobre el cuerpo de Marcial Fabricano son la prueba de lo que es necesario identificar como un fascismo indigenista. Nada justifica la violencia sobre las personas, menos sobre un reconocido dirigente indígena, cuyo único delito ha sido pensar diferente.
Fabricano fue presidente de la poderosa Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob), la misma que encabezó una histórica marcha, en 1991, hacia La Paz, en demanda de una Asamblea Constituyente que siente bases de un modelo de cambio que permita la integración de los originarios en el sistema político, económico, social y cultural de la República.
Se trata, de hecho, de uno de los fundadores del movimiento político que llevó al poder a don Evo Morales Ayma. Cansado de las promesas incumplidas, del autoritarismo en las filas del Movimiento Al Socialismo (MAS), de las prebendas y la corrupción, Fabricano optó por pasar al frente opositor, quizás, con la esperanza de que las autonomías departamentales viabilicen sus añoradas demandas sociales.
El viernes 8, fue literalmente flagelado, golpeado y humillado por campesinos afines al oficialismo, bajo el pretexto de la “justicia comunitaria”, el concepto disfrazado para la “justicia por mano propia”, que el MAS ha institucionalizado en la nueva Constitución Política del Estado (CPE).
Así lo ratificó el actual jefe de la Cidob, Adolfo Chávez, estrechamente vinculado con el Gobierno del MAS, quien precisó que la “arroba de azotes” forma parte de las costumbres legalmente establecidas en su comunidad, y ahora, en la nueva CPE, para castigar a los disidentes. Ergo, no es posible pensar diferente, sólo es posible un pensamiento único bajo el régimen del chicote, la persecución y las amenazas. ¿Eso es democracia indígena? No, eso es “fascismo indígena”, el mismo que se propugna desde las más altas esferas del oficialismo.
Acongojado y con las lágrimas en los ojos, Marcial reclamó que el actual régimen no haga abuso de su poder, que Dios y el mundo lo están viendo. “Bolivia no merece estos atropellos. Los bolivianos eligieron a su gobierno para que gobierne, no para que haga esto”. Y destacó una frase que me pareció paradigmática de la dramática situación: “Esto no tiene nada que ver con un gobierno indígena”.
Para guardar las formas, algunos legisladores del masismo aseguran que no están de acuerdo con estas violaciones a los derechos humanos y reclamaron una investigación a la Fiscalía. Además, sería bueno que presenten una denuncia internacional ante las Naciones Unidas para señalar con absoluta claridad cómo se están atropellando los derechos de quienes piensan diferente, paradójicamente, como en este caso, de un dirigente indígena disidente. Pero éste no es el único caso. Otros tantos indígenas que no están de acuerdo con el actual régimen son castigados con represalias comunitarias propias del medioevo y la inquisición. La misma Iglesia Católica ha recibido una señal política muy clara en la ciudad de El Alto, donde los comunarios comienzan a tomar y destruir predios de las parroquias. Que a nombre de la “justicia indígena” no se atropelle a la democracia y a los derechos humanos.

El autor es Jefe de Redacción de La Prensa carloshugomorales68@gmail.com

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