Nerviosismo masista
En una sola semana, la pasada, el MAS y el proyecto de reelegir a Evo Morales en diciembre sufrieron muy graves traspiés. El mayor de ellos fue la deserción del líder campesino Román Loayza y el segundo fue la renuncia del presidente de la Corte Nacional Electoral (CNE), José Luís Exeni.
Nacionalización apurada: De nada valió para restablecer la confianza masista una nacionalización hecha de prisa para el 1 de mayo por el presidente, afectando a una pequeña inversión británica, ni los bonos que anunció para ganarse la simpatía de los empleados públicos.
Lo de Loayza es muy grave (ver pagina 2) porque implica el desmarque de los quechuas del proyecto masista y la renuncia de Exeni pone en duda la realización de las elecciones del 6 de diciembre, que el presidente no quisiera que sean aplazadas porque ve menguar muy rápido el apoyo electoral.
La decisión de Loayza de irse del MAS y proponer una candidatura que rivalice con Morales se veía venir, por las decepciones del cochabambino. La de Exeni sólo fue previsible en los últimos días, cuando el presidente retornó de La Plata, Argentina, donde recibió el entusiasta apoyo de los bolivianos residentes. Al día siguiente de su retorno a La Paz, la CNE hizo saber que se habían intensificado las presiones para que aumente en porcentaje de residentes en el exterior que puedan votar en diciembre.
Versiones diplomáticas dicen que Exeni renunció porque estuvo a punto de anunciar que era imposible cumplir con el nuevo padrón biométrico, y no se lo permitieron. Quizá hayan sido las dos razones las que hicieron que Exeni se vaya aduciendo razones “familiares”.
Frustración terrorista: Otro traspié muy duro sufrió el gobierno la semana pasada: se desplomó la trama que estaba avanzando para mostrar que había surgido un grupo terrorista cruceño que quería matar al presidente. Morales, que hasta ahora ha denunciado doce intentos de magnicidio contra su persona, estaba en su salsa con esta trama, pero ordenó que todo sea frenado cuando un detenido en las investigaciones reveló que, en realidad, los terroristas querían matar al prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas. Debió suspender su asistencia a una marcha contra el terrorismo que quería hacer en Yacuiba, lanzando la campaña electoral.
Llega Carter: El desconsuelo del presidente no disminuyó ni siquiera con la visita que recibió del ex presidente de EEUU Jimmy Carter, que le ayudará a restablecer la normalidad de las relaciones diplomáticas con ese país.
Y, para empeorar las cosas, una burla de Internet: un travieso hacker hizo aparecer al presidente Morales en la lista de las diez personas más influyentes del mundo de la revista Time. El chiste hubiera pasado inadvertido si no fuera que la Tv estatal boliviana lo difundió, con mensajes de mucho orgullo. Cuando se descubrió la falsedad del hecho, el canal estatal sólo enmudeció.
Disidencia quechua
En las últimas semanas, lo más llamativo que ha ocurrido en la política nacional es que los quechuas han mostrado su deseo de distanciarse del proyecto hegemónico aymara que respalda al presidente Morales.
Este desmarque comenzó con la decisión de Alejo Véliz, un líder campesino de Cochabamba, que decidió lanzarse como alternativa en las elecciones de diciembre. Y la semana pasada se produjo la deserción de Román Loayza del MAS y su deseo de ser candidato para rivalizar con Morales. El alcalde de Potosí, René Joaquino, otro quechua, hace tiempo que se ofrece para encauzar la corriente opositora.
Disolución de Bolivia: Pero no son solamente los quechuas los que están desencantados con el proyecto masista. La semana pasada la CIDOB (Confederación Indígena del Oriente Boliviano) produjo un documento muy expresivo, e incluso cínico: dijo que a sus afiliados no les interesaba que se les dé una mayor representación en la futura Asamblea Plurinacional, sino solamente el derecho a cobrar impuestos a quienes pretendan explotar los recursos naturales de las tierras bajas.
El documento refleja la tendencia que podría haber surgido entre los miembros de los pueblos originarios después de que los ayllus del altiplano decidieron tomar por la fuerzas algunas minas en explotación con el argumento de que la nueva CPE reconoce a los pueblos originarios la propiedad de todos los recursos naturales.
El mensaje de la CIDOB expresa la reacción más preocupante de los pueblos originarios ante la institucionalización del “Estado plurinacional”. Bolivia ha pasado a ser sólo un territorio habitado por naciones dispersas, que se tienen que valer por ellas mismas. A la CIDOB no le interesa la Asamblea Plurinacional, sino solamente los ingresos que pudiera tener de la explotación de los recursos naturales. Por supuesto no querrán ni la ayuda ni la fiscalización de las instituciones del Estado para usar esos recursos. Es decir que Bolivia se está disolviendo.
Los aymaras rebeldes: Pero esa es una consecuencia, por supuesto que no meditada por los líderes del MAS, de las reformas diseñadas para la región.
Para los estrategas del MAS es probablemente más preocupante el desencanto de algunos aymaras.
En ese frente, los nombres más llamativos son los de Rufo Calle, un dirigente campesino de la región de Tiwanacu, y el alteño Roberto de la Cruz, que presume de ser el líder de casi todos los movimientos revolucionarios que se produjeron en El Alto desde el año 2000.
El ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas es considerado un traidor de la corriente étnica, pero es el principal personaje aymara que se opone a Morales. Se ha convertido en el símbolo mayor de la ruptura de este enfoque racista de la política boliviana. Él habla en nombre de una Bolivia moderna, que ha superado los detalles de los pueblos que la conforman y que habitan el territorio nacional.
El hecho de que su casa de la zona altiplánica de Huatajata, entre La Paz y el lago Titicaca, siga ocupada por aymaras que no le perdonan estar en contra de Morales, lo convierte en un héroe de la Bolivia del siglo XXI.
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