La firmeza con la que se ha defendido la libertad de prensa permite confiar en que seguirá siendo un sólido pilar de la democracia
Ayer, 3 de mayo, en Bolivia como en todo el mundo se conmemoró en el Día de la Libertad de Prensa, jornada fijada por las Naciones Unidas para que los periodistas, los gobiernos y los pueblos reafirmen su compromiso con uno de los principales pilares sobre los que se sostiene una sociedad libre y democrática.
Como todos los años, la fecha se presta a poner especial énfasis en lo importante que resulta para la salud de un sistema democrático la plena vigencia de la libertad de prensa. Es buena ocasión para que todos reflexionemos sobre el tema y con una mirada autocrítica hagamos una evaluación de la manera cómo ejercemos este tan importante derecho.
Hasta hace no poco tiempo, los bolivianos teníamos la posibilidad de afirmar nuestro orgullo y satisfacción por haber logrado, aun a pesar de uno que otro tropezón, construir y conservar una democracia que entre sus muchas cualidades, y a pesar de sus imperfecciones, garantizaba una plena libertad de prensa.
Hoy, en cambio, como viene sucediendo desde hace tres años, la situación es algo diferente. Han sido demasiadas las ocasiones en que la labor periodística se ha visto amenazada, y se ha llegado al extremo de obligar a un periodista a renunciar a su fuente de trabajo so pena de ser sometido a las prácticas impuestas del “control social”.
Para empeorar el panorama, ha habido también durante los últimos meses más de un atentado contra la libertad de prensa proveniente de las fracciones antidemocráticas de la oposición. La destrucción de instalaciones de Televisión Boliviana y de radios estatales en diversos puntos del país durante los enfrentamientos de agosto y septiembre del año pasado, así como las recurrentes amenazas y agresiones contra trabajadores de medios de comunicación estatales, han contribuido a que Bolivia figure entre los países en los que la libertad de prensa está deteriorándose.
Como contrapartida, y ese también debe ser motivo de reflexión, con frecuencia se puede constatar que hay casos en los que la libertad de expresión no es ejercida con la responsabilidad y el respeto a normas de ética periodística. No pocas veces se confunde la libertad de prensa con una especie de carta blanca para manipular la información y ponerla al servicio de causas o intereses incompatibles con los fundamentos básicos de una sociedad democrática.
Sin embargo, y a pesar de lo anterior, el balance final no es del todo negativo. La firmeza con la que se ha defendido la libertad de expresión cuando ésta ha sido amenazada ha impedido que tengan éxito los intentos hechos por menoscabarla. Ese es un buen motivo para ver el futuro con optimismo y para redoblar el compromiso de mantener firme éste que es uno de los pilares fundamentales de la democracia.
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